La Generación Z, conformada por jóvenes de entre 15 y 25 años, se ha convertido en la primera generación verdaderamente nativa digital que integra la inteligencia artificial en su vida cotidiana de manera natural. Habiendo crecido rodeados de internet de alta velocidad, smartphones y aplicaciones sofisticadas, estos jóvenes no solo están familiarizados con la tecnología, sino que han encontrado en la IA una herramienta prácticamente indispensable para desenvolverse tanto en el ámbito laboral como personal.

Según revelan estudios realizados por Gallup y Randstad, las cifras son contundentes: el 75% de la Generación Z utiliza la IA específicamente en actividades laborales, mientras que un 79% la incorpora tanto en el trabajo como en su vida personal. Estos números evidencian una adopción masiva que supera ampliamente a la de generaciones anteriores, consolidando a estos jóvenes como los principales usuarios y adoptantes tempranos de estas tecnologías emergentes.

Sin embargo, esta relación con la inteligencia artificial dista mucho de ser ingenua o acrítica. A pesar de su uso extendido, los jóvenes de la Generación Z mantienen una postura ambivalente, mezclando optimismo con una dosis considerable de escepticismo. Lejos de aceptar ciegamente las bondades de la tecnología, estos nativos digitales se cuestionan constantemente sobre las implicaciones reales de incorporar la IA en sus vidas.

Entre las principales preocupaciones que identifican los relevamientos destaca la fiabilidad de la información que proporcionan estas herramientas. Los jóvenes son conscientes de que la IA puede generar contenido impreciso o sesgado, y temen que la dependencia de estas tecnologías pueda erosionar su propia capacidad creativa. Esta inquietud refleja una madurez digital que desmiente el estereotipo de una generación que acepta la tecnología sin cuestionamientos.

El temor más significativo que registran Gallup y Randstad se centra en el impacto de la IA sobre el mercado laboral. Un preocupante 45% de la Generación Z manifiesta ansiedad respecto a cómo estas tecnologías afectarán sus oportunidades de empleo, especialmente en los puestos de nivel inicial o junior. Esta inquietud no es infundada: las tareas más básicas y repetitivas, tradicionalmente asignadas a quienes recién ingresan al mundo laboral, son precisamente las más susceptibles de ser automatizadas.

La paradoja es evidente: la misma generación que mejor maneja la IA es también la que enfrenta el mayor riesgo de ver limitadas sus oportunidades laborales por su avance. Los trabajos de entrada, que históricamente servían como escalones formativos para desarrollar experiencia profesional, están siendo redefinidos por la automatización inteligente, dejando a los jóvenes en una posición vulnerable durante la etapa más crucial de su desarrollo profesional.

Ante este escenario desafiante que documentan los especialistas consultados por estas consultoras, la conclusión es clara: la Generación Z no puede limitarse a ser usuaria pasiva de la IA, sino que debe convertirse en profesionales versátiles capaces de complementar estas tecnologías. Los jóvenes necesitarán desarrollar habilidades que la IA no puede replicar fácilmente, como el pensamiento crítico avanzado, la inteligencia emocional, la creatividad genuina y la capacidad de resolver problemas complejos que requieren juicio humano.

El futuro laboral de la Generación Z dependerá de su capacidad para navegar esta transición tecnológica con inteligencia estratégica. Más allá de dominar las herramientas de IA, deberán cultivar competencias distintivamente humanas que les permitan aportar valor único en un mercado laboral en constante transformación. La clave estará en encontrar el equilibrio entre aprovechar las ventajas de la inteligencia artificial y mantener aquellas capacidades que nos definen como seres humanos creativos, críticos y adaptables.
---
Fuente: columna de Sebastián Di Domenica en Canal E